Siempre en primera fila,
y a mis espaldas: la sombra que me impulsa,
que nos desliza sobre el agua.
Proyectiles de cielo alrededor
en minúsculas explosiones desaparecen
con un suave redoble eterno.
Olvido mi destino, lo callo,
solo importa la sensación
del arroyo acariciando mis manos.
La sombra sigue remando,
el farol de la barca no alumbra su rostro,
solo a mis ojos impávidos
seducidos por la quietud
del andar silencioso.