Llegué hasta el fín.
Todo era dorado.
Pasado mediodía resplandecía un sol sin mi enamorado.
Esperé horas en mi agonía.
Entrelacé esperanzas para el siguiente día.
Desperté y aún no me lo creía.
Olor a rocío en tierra que se desvanecía.
Volví después de mediodía.
Ansiosa, impaciente, creía poder verte, la mente me traicionaría,
Te busqué desde lo más alto, no te veía,
No estabas, decidiste romper al alma su alegría,
No esperé, cambiaba la realidad que vivía,
Sencillamente, nunca existió, no fuiste tan inteligente como te creía.
Ángel sin compasión, pensaba que a duras penas me leías.
Jugué doble a nada a que aparecías,
Perdí, cavé mi fosa sabía que me olvidarías.
Ahora mi alma aún intranquila reposa.
En el fondo sabía que no la perdonarías.
Ahora tengo que poner una losa.
Comprendí que no me entendías.
Esto para mí es una cosa.
Va más allá de mi poesía.
Va más allá de tu prosa.
Con mis pájaros no volverías.
Dejo libre mi alma.
Que vuele lejos.
Que te busque en los espejos.
Yo no conservaré la calma.
Mientras mi rostro se hace viejo.
Me retiro.
No puedo creer más en lo que tanto he creído.
No sabes cuánto me duele tener que separar un amor no correspondido.
No sabes que tristeza volví a llevar cuando comprobé que te has ido.
No tengo fuerzas para responder con litergrafías de un ayer en tu olvido.
A mi no me sabrás nunca querer, nadie me quiere, nadie me ha querido.