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¿Cuánto silencio el del automóvil?,
por la calle sin remedio al pasar,
y la casa vieja y sin más fuerzas,
quedan mis anhelos tan inmóvil,
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ahora, nada queda, nada de nada,
de aquel sendero que deje mis pasos,
por caminar una senda de luz llena,
con huellas de acero por miedos escasos,
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¿Qué soledad de la noche en sombra?,
y mi vida solo queda en penumbra,
desde que el sol acarició la lluvia,
con sus rayos y cayó esta pluvia,
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y mojo mis sentidos en sentido viceverso,
y tan solo descubrí un lindo verso,
y fueron tan claro y tenue mis besos,
que ahora, nada queda, nada de nada,
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y quiso mi voluntad en continuar el camino,
pero, se quedo en nada mi destino,
y yo quede sin alas que volaran,
hacia un cielo lleno y que no libraran...,
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sus más débil fuerza para volar tan lejos,
ahora, nada queda, nada de nada,
desde que el cielo con su lluvia ha pintado,
un eterno mar en su suelo por llorada...,
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de unos ojos que ven el cielo como cima,
y no es que ahora, nada queda, nada de nada,
desde que tu flor marchito y deshojo en otoño,
y que yo con mis manos puedo... y entoño.
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