Noche de alegría que no tenga fin
y levante el alma mía hasta las cumbres,
de donde observan los dioses nuestros quehaceres
y nos concedan perdón por nuestros pícaros pensamientos
Mis labios se quedan mudos, silenciados por tu belleza,
mi aliento tiembla lleno de aprensión
por los deleites que serán agraciados,
una coronación jamás podría ser de tal magnificencia
Una espera ciega acurrucándose en tu caricia
donde tus perfumes seductivos atormentan mi lascivia,
anulando los recuerdos de horas olvidadas,
me pierdo, mi identidad mal colocada
Tu calidez abruma mis embelesados sentidos
que anhelan derretirse en ríos de lujuriosa avaricia,
vengando sobre tus senos desnudos,
y allí en paz a morar, hasta el amanecer se entremeta