Tengo una flor de vendaval
que apenas se dibuja en la bruma,
es inmensa, trasciende en su perfume,
vive difuminada,
desde la roca hasta mi final.
Están colgadas las cestas,
pobladas de un último destino,
están las flores de mi ofrenda
cortadas de raíz,
llorosas de mi abandono
en mi crudo olvido,
para mi adiós y mi confín.