Allí donde dormiste extraño tu silueta,
aquel cabello largo, sin peinado al natural,
la tentación de tus labios, tu frente,
tu perfil, aquella ingenuidad única
en lo cerrado de tus ojos.
Y como los míos tallaban la escultura
de ese cuerpo de diosa intocable
que me llevó a descarriar la loca imaginación
hasta hacerme sentir haberlo hecho de nuevo.
Allí donde dormiste aún guardo la escena
permanecida a tu lado y del instante aquel
En el que me hiciste actuar así como una fiera
yéndome al ataque de caza arrebatado
queriendo devorar tus labios y tu piel.
Un cuadro inolvidable, tal vez como la piedra
esculpida a perfección en obra sin igual,
un hecho enaltecido por lo diferente
y lo distinto al no parecerse a nada,
mucho menos a todo en todo lo real.
Allí donde dormiste mi tierna y dulce nena,
allí estuvieron fuertes los cantos de la gloria
de aquella entrega mutua a todo lo prohibido,
allí donde dormiste hoy hiere porque sigo
creyendo que algún día regresará esa historia…
A.Maestre