Héctor Ethos

Como gato que araña el vacío

 


Gatos desoídos
cuyos maullidos
crepitan en la raíz de la sien
alrededor de la cálida burbuja
empollada sobre el nido
que no conoce fondo.
 


Ser como gato que araña el vacío
quizá intentando asir algo,
algo que escapa a su entendimiento.

Una persona en el mutismo
creyó clamar, en su silencio ensordecido.
 


Seamos la paz que fulmine
la pulsión del horror desbocado.

Horror desbocado, sin boca
-sin voz-.
Horror silencioso
que surge desde lo más profundo
del vacío más antiguo.

 

 

Seamos sal mordida esparcida por el tiempo experto.

Sal que contiene una mordida dormida.

Sal desértica
o
sal henchida de océano
o
sal estelar iluminada.

(Sal mordida, dormida)

 

 

Somos como resortes ante la luz,
hambrientos dientes que mastican fogonazos de luz entre las tinieblas.

Una dentellada en el rostro del topo de fuego.
Una luz que es fuego.
Y nosotros nos hallamos
Masticando el fuego con toda la fruición animal que nos es posible.

Una dentellada sobre el sabroso rostro del ocaso
y otra más,
sobre el delicioso rostro de lo que puede amanecer.
 

 

 

El amanecer muestra una dentellada profunda
del topo que vive entre túneles de fuego.

Acariciar la dentellada
del topo que se desliza por túneles de fuego.