érase un día de lluvia en mi niñez
donde en el pueblo del Cid
recorría las resbaladosas aceras
y en tu hogar me ofreciste refugio
y la mano de un hermano que no tenía
y celebramos con risas las inocencias
compartimos la jornada de nuestra juventud
tu amistad sincera fué testimonio de tu virtud
y el heraldo del hombre en que te convertirías
y en mi vida adulta donde la suerte me ha llevado
por los rincones del mundo que he contemplado
amistades leales, personas y personalidades
pero un amigo semejante a ti, nunca he hallado
fuese no volverte a ver sino hasta en mi vejez
¿cómo te honraría? - ¿cómo te reconocería?
serías tú el galán espírito que luce su riqueza
con un bastón de justicia y manto de nobleza
Marco \'12