GuillermoO

Palabras a M. (editado)

 

Debajo de mis manos crece la caricia que una vez guardé, y el tiempo no acudió para borrarla;

y también las indispensables cosas que nos hacen sentir únicos:

un libro, la llave vieja, esa canción a los lejos.

 

He crecido frente a mis propios polvorines

como un pez que llora ante su sombra.

 

Ahora sé que los dioses temen.

 

Cuando quiero llamarte mi cuerpo se incendia en el cielo instantáneo de la duda.

 

Pero el tiempo es una garganta que ahueca tu nombre,

o lo retiene para compartirlo con las aves que despejan el verano.

 

Eres mi trago parroquial, amado,

y esos jirones como última chance.

 

Mi alimento son hojas que cayeron del universo el día en que te conocí.

 

G.C.

Direc. Nac. del Derecho de autor