Soñé con el triste olvido,
De antiguos deseos apagados,
Y los resucité a todos del abandono,
En que calladamente, quedaron ahogados.
Respiro de tu mismo aire,
Y de aquellas notas de tu mustia palabra,
Despierto entre silencios,
Y acaricio con mutismo,
La huella de tu rostro,
En lo mullido de mi almohada.
Se han perdido las horas,
Entre el tic tac de tus cuerdas solitarias,
Y tu tiempo… mi tiempo,
Se han fundido contra la madera,
De nuestra antigua y amada cama.
En el espacio secreto de tu lecho,
Rescato mi frontera, cual vedaras,
Y en ese callado reclamo,
No comprendo, como aún tu dormida,
Me dices cuanto me amas.
Las voces de tu silente sueño,
Las dibujo tiernamente entre mis manos,
Y todas y cada una de tus quimeras,
Las he guardado con amor y sin reparos.
Tengo tu vida entre mis manos,
Y decido llevarla hasta mi pecho,
Para guardarla entre el latido de mis sueños,
Mientras duermes silente sobre mi lecho.
He guardado el secreto,
De amarte calladamente,
Y el olvido de un deseo apagado,
Ha dejado durmiente,
El vacío del abandono relegado;
Es mi hora de amarte en silencio,
Sin contar el tic tac, que repica en mí pecho,
Y decido expresarte cuanto te amo,
Sobre este…
Nuestro tibio y amado lecho.