No.
No te mientas más.
No guardes la angustia bajo la sombra.
¿Qué fue de la última hoja solitaria
de cuando bailabas bajo la lluvia?
Tal vez el tiempo te abrazó en consuelo
por haber visto florecer la semilla
y te dejó la herida del canto en despedida.
Sobre tus campos hoy áridos.
No dejes la ceniza del fuego en tus labios
ni al poder del espejo tu rostro demacrado.
Abraza la puerta,
pinta de púrpura
labiales la pared,
Cuelga los verdes helechos
en macetas del techo.
Sacude las uvas dormidas y
los jazmines fragmentados.
Abre las ventanas
que invitan la transparencia.
No tiembles tu sueño al peldaño del altar
no pidas a la vida un último intento
para rozar perlas secretas.
No mueras ahogada en tu tristeza.
¡Viva tu próxima muerte!
Que tu rostro no se tiña de llanto
ni el gesto demuestre espanto,
tus carnes no crepiten blandas
ni tu boca quede plagada de ausencia.
Recoge algas vivas
del agua con sal marina,
desinfecta tus esquinas
hasta que tus poros
se inunden de lascivia, y
ambule el clímax tus regiones olvidadas.
No pierdas tu mano en un pubis de piedra
ni dejes ningún sueño de placer inconcluso
el amor no lo tapa la alfombra sutil,
ni las calmas sábanas sin uso.
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