Donaciano Bueno

Un mes de enero

Paseábanse las horas por delante

de mi, en mi casa, cursaba el mes de enero,

mientras oía tronar. Y el aguacero

salpicaba por mi lado a cada instante.

 

La tarde era prieta, gris, cual un florero

en que las flores desnudas se marchitan;

los desagües berreando desgañitan

los gemidos repicando en el alero.

 

La oscuridad iva su alma guareciendo

bajo los tilos que en mi jardín pernoctan,

cual vientos rotos que gritan y rebotan

y contemplan al silencio envejeciendo.

 

Eran las ocho y parecían las doce,

las colinas expectantes, mortecinas,

se escondían por detrás de las neblinas

evitando en movimiento cualquier roce.

 

Finalmente el firmamento quedó en calma

y el cielo se echó a dormir al cielo raso,

los disturbios se subieron al parnaso

y el alma firmó al fin la paz ya con su alma.

©donaciano bueno

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