El alacrán Adrián
un esmeril compró
para poder afilar
su aguijón.
Su aguijón no quedó
afilado como antes
porque lo usó
para pinchar elefantes.
El triste alacrán
se ha vuelto bueno,
su aguijón ya no está
inyectando veneno.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela