Quizá no hoy, no mañana mismo,
venga alguien tras la puerta
y no haga más que, complaciente,
se quede.
Y que, entre dédalos de sensaciones
no haga más que sentarse;
lado a lado: dos,
siendo uno.
Dejando ya a un lado entelequías
del pasado e ilusiones.
Es necesario considerarlo
y hacerlo etéreo, real.
Por el melifluo y permanente
sonido de una voz.
Epifánico, revelación de una vida,
dulce derrame de tiempo.
Quizá no hoy, no mañana,
venga alguien tras la puerta
y no haga más que, recíproca,
se quede todos mis mañanas.