Si supieras.
La tristeza y el tiempo o el tiempo y la tristeza –no sé el orden-
fueron tus adversarios;
las paredes
se caían a trozos y el tejado
dejó que penetraran los parientes de Shakespeare a oficiar
las exequias de Hamlet
mientras tú
cada noche te hacías más distante, más tibia, más ausente,
anaqueles vacíos,
cenizas por doquier y un insultante
silencio entre los muros que esperaban en vano
tu regreso imposible.
Donde estaba la casa crece el muérdago y el viento sabe a ti,
donde estuvo la casa solamente
la soledad,
tú y yo,
porque nadie ha venido entre las palmeras de plástico recitando
en Cantar de los Cantares,
nadie ha abierto las puertas giratorias de un universo nuevo
ni ha rorado mis sábanas
ni ha oprimido mis labios con pecados nocturnos.
Miro a mi alrededor y sólo queda el paisaje,
los pájaros arriba
y la lluvia
cansada ya de tanto ir a al colegio.
Y tú fuera de aquí,
ay, si supieras…