En el comienzo fue fragancia de resina y pino recién cortado.
Amor blanco de cal, de tierra y campo.
Sobre un colchón de paja, con escasez
de colores y sobriedad de abstinencia
forzada, entre cardos y sudor se gestó
una ilusión no proyectada que vio
la luz envuelta en pañales de resignación
y de una incertidumbre manchada de temores.
Era el primer paso hacia el centro
de una esperanza desmentida por
una realidad terca y machacona.
La madrugada fue desapacible desde
una evidencia desapercibida.
Amnésicos Reyes Magos al principio,
sin traje ni regalos de comunión después.
Crisantemos para una infancia que
ascendía hasta la cima de la frustración
escalón tras escalón.
Un adiós prematuro conducía a un
hueco irrellenable, ambos a una incógnita
y todo junto, a una carencia elemental y a un vacío.
Todavía faltaba un exilio en busca del
horizonte. Otro paisaje bajo un cielo diferente.
Era un nuevo bautismo con un agua nueva.
Un camino distinto y en los zapatos un polvo extraño.
Allá donde se forja la conciencia crece el hombre.
Donde se conoce la amistad.
Donde se ama.
Donde se piensa.
Y si el hombre crece el viento cambia,
el lugar ya no se hace extraño y el
hombre amontona sueños y placeres,
a la vez que entierra recuerdos que no desea guardar.
mas si naturaleza y la fortuna se alían
cicateras, pronto regresan el rayo y el trueno,
los cultivos se inundan y el huracán
arrasa el hogar. El cielo se cubre de
impotencia, las zarzas arañan
la espalda y ya no sirve el aroma ni el color…ni nada.
Una indicación señala hacia el infinito.
Más allá de lo cotidiano se presiente
una liberación quimérica. Hay un conglomerado
de músicas y cantos de sirenas que
ofrecen sensaciones coloreadas. Sí, sí,
allí donde despunta lo prohibido hay una salida
que conduce a un espacio de verso y poesía,
donde se dibujan sonrisas nuevas.
Se trata, no más, de como aprender a romper
los grilletes que atenazan el deseo.
Viento de Levante