Izandro

Descubriéndote

 

Descubrí que el silencio de tu voz,

Renacía con las flores,

Cuando poniente estaba el sol,

 Dibujando en el cielo mil colores.

 

Es el paso de tu andar,

Creando surcos entre la arena,

Dejando en su lugar,

De tu cuerpo, dulces huellas.

 

Descubro aromas de flores casi eternas,

Y en su suave arrullo,

Puedo oler las caricias de tu piel,

Y sentir su tibio roce,

Del murmullo, del placer.

 

Hoy te pido que en silencio,

Me pronuncies tus “te quiero”

Y yo sin responderte,

Juro amarte entre mis sueños.