¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive ni una en cada cual,
en su cada uno,
en su ojo sordo,
en sus disminuidos corazones…!
¡Si después de tantas alas estos pajarillos no vuelan por carecer de jaula, por que creen que es la jaula la que los hizo pájaros,
y no sobreviven ni como pájaro sino como prisión.
¡Si sólo es barrote que oprime el sueño propio y el ajeno!
¡Más valdría, siendo sinceros,
que se lo dilapiden todo de una vez y sucumbamos!
¡A estas y estos no he conocido yo!
Jamás me llamaron Jesús el malo,
jamás lo bueno vivió entre nosotros para vivir de hora en hora,
las semanas que levantamos a fuerza de nuestras rizas,
nuestros desastres propios de cielos que engendraron entonces los momentos del amor.
¡Haber vivido así seria nuestra muerte!
¡Psicólogos!
¡Hay que incorporarse del cielo hacia la tierra,
del hombre hacia el niño,
de la mujer hacia su seno,
por sus propias fuerzas,
y escrutar el momento con que matan ebrios de tiniebla
lo sagrado y lo infantil!
¡Psicólogos!
¡Más valdría, sinceramente,
que lo consuman todo y qué más da...!
¡Ay de tanta historia que no sirve para nada,
y no sirve ya de eternidad.
Pero en esas cosas tan sencillas,
como estar entre ustedes
en la playa
y ponerse a meditar,
y encontrarnos luego sin pensar
segundo a segundo entre tanta vida
en un momento,
juzgando a la altura de esos astros infantiles,
Hay amigos,
¡Más valdría, en verdad,
que si no fuese así,
lo boten todo, todo, todo!
Pues dirá que tenemos en los sentidos
gran repulsa por la vida,
en esta y en la otra y en la otra,
y también en los ojos cuando mires y escuches otra pena...