Ya no temo a los ruidos de la noche,
Ya no me espantan sus sombras
Ni su aleteo desesperado,
Creo que le temo mas al día
A su luz y a sus gotas
A intervalos largos
A veces una y media por hora
Otras tan solo una por día,
Pretendo no pretender
Escuchar pero no ver,
No temo al espanto bajo la sombra
De los arboles a luz de luna,
Ya no me asustan los fantasmas del sueño
Ni el despertar tan abrupto
Solo se que corren los ríos
Que en rabia ahogan sus gargantas
De espumas blancas,
Levanto los hombros en la constricción
De lo inerte, tenso los músculos de la espalda
En la culminación del deliro
En realidades vánales y vagas esperanzas
De luces sin fondo.
No pretendo ser su camino ni el camino
Solo pido que alguien corra sus pies
Por el sendero de mi nombre
Y me salve del olvido.