El agua mansa del río,
aún resuena en mis oidos,
sentada bajo el árbol bravío,
que antaño nos prestó su abrigo,
para escribir nuestros nombres juntitos,
y dibujar tu corazón junto al mío.
Son recuerdos sin olvido,
son presencias aladas,
que por siempre me tienen atada,
en este maravilloso paisaje,
que fue el estandarte,
de nuestro amor sagrado.
Hoy sonró al recordar,
las dulces serenatas,
que a su orilla me cantabas,
arrebatando mis mejillas,
en ese tiempo, suaves y tiernas,
en el grito sagrado del corazón.
Hoy recuerdo y sonrío,
tus versos de amor junto al río,
cuando ya el otoño hizo nido,
en mi cuerpo y en mi alma,
a mi vida llegó la calma,
y solitaria canto al vacío.
María Hodunok.