¿Sabes qué me contó el viento,
susurrando despacito,
murmurando muy bajito,
por la magia del momento?
Que sabía el sentimiento
vertido desde mi esencia,
ánimo que no silencia
para nada lo que siente.
Me dijo que dulcemente
escribiera en consecuencia.
En la avenida, los tilos
perfuman las madrugadas,
con sus flores delicadas,
que nos muestran sus pistilos.
Arañas tejen con hilos
de plata y rocío, encajes
para vestir los parajes
de sorprendente belleza.
Prodigio, naturaleza,
¡Increíbles los paisajes!
Los arroyos que murmullan
baladas brincando piedras,
van saludando las hiedras
y en sus aguas las arrullan.
Las sierras hacen que fluyan
puras, claras, hacia abajo;
los duendes en agasajo
retozan entre las flores.
¡Esos pequeños pintores,
dan savia con su trabajo!
Brisa que sacudes hojas,
repican las campanillas,
apacibles, amarillas,
canelas, algunas rojas.
Céfiro que las arrojas
para pintar todo el prado,
porque el otoño llegado,
engalana sutilmente...
¡Invita tranquilamente
para dejar mi legado!
Poemas a los amores
donde la sangre apasiona,
al brío que no razona
aún si trae dolores.
Aunque rías, aunque llores,
amar es lo que da vida,
luz de luna, amanecida
la piel cubierta de besos.
Para que queden impresos
y te sientas muy querida...
Ana María Di Bert
12/04/2015