Bienvenido escuché
desde tus labios morados
nunca habría pensado
que tanto fue tu amor entregado.
Tuve que retener mis ansías
de decirte que te quise
sabiendo que estoy sufriendo
al negar lo que estoy sintiendo.
Mi ruego solo lo sabe la brisa
que ya desapareció
por el calor de la pena
que a mi alma revocó.
Mírame a los ojos,
entra por sus ventanas
Y dile que me quieres
despacito a mi alma.