Luna que te asomas por las noches
y entras por la ventana del cuarto
de pobres y ricos,
de jóvenes y viejos,
en la guarida de los animales,
en mares y ríos;
a todos nos iluminas,
a todos nos llenas con tu luz color plata
combinada con ese toque mágico
que al caer la noche
fuera como si de repente todo se apaciguara
y tu entraras solemnemente,
con ese vestido plateado
que te pones para despedir al sol por la tarde.
Cae la noche y llegas con tu séquito,
tus damas de compañía
estrellas brillantes,
los grillos anuncian tu llegada,
y con tu llegada se anuncia la hora de la cena
y la hora de la siesta de los pequeños.
Luna que pasas el año ayunando y engordando,
a veces eres redonda
como las perlas del mar,
¡OH luna!
¿Por qué a veces desapareces
dejándonos solos en la oscuridad de la noche?
¿por qué te escondes cuando eres nueva?
y después eres como una rosa blanca
que se abre poco a poco
hasta convertirte de nuevo
en una perla
que alumbra el oscuro mar.
No nos dejes más
¡OH luna!