Madre, comienzo infinito de tu nombre
Que la gracia de la divinidad te ha de dar.
Amores sin codicia, sin odios,
Amores que fluyen de la esperanza, de la verdad.
Dulce sueños pronuncia tu verbo,
Y un abrazo confortante abraza mi alma.
Grande es la estrella en la penumbra,
Tu, que alumbras los pasos de mi oscuridad.
La idea deslumbrante de mis pensamientos,
Lo sublime de mi corazón al latir.
Omnisciente y hermosamente bella, eres tú;
Como madre al sentir.
Renacentista en tu espacio,
Deliberante en tu andar,
Irradiable de dulzura,
Inconfrontablemente eres mi verdad.
Saberte tú como mi madre divina,
Mi dios en feminidad,
Dulce estrago, dulce espina,
Que estruendosa seria sin ti, mi soledad.