He perdido mi rostro en esta mesa.
Cuando el crepúsculo nacía de su centro yo le pedí perdón.
Pero la noche era audaz cuando el pan abarcaba su congelado limite.
Alguien lloró una vez.
Alguien escribió una carta.
Otro, quiso cambiar su cielo nocturno donde un planeta giraba sin saberlo,
y obtuvo una sola respuesta:
\"la suerte esta echada.\"
Unidas están nuestras maderas.
G.C.
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