No renunciaré...
si detrás de la cornisa se esconden los aludes,
si lloraran las montañas y los valles
quisieran desvestirse...
si ese manto blanco lo permite
y la bruma lo abandona,
por caminos donde pueda extinguirse
no renunciaré.
Dejaré que mi boca se llene de invierno
y el cielo poco a poco se derrumbe
que mis manos cristalicen
y mi nombre se congele con el viento.
Que sea este el lugar
cuando mis ojos se cierren de nuevo.
hasta verme en el blanco horizonte,
más allá... donde nadie pueda verme
allá donde la larga noche no termina.
No renunciaré...
y las huellas del sol no queman
pues el frío en su jauría lo mantiene
es la presa de una nevada selva
cautivo entre su piel de nieve
el arrullo de un canto vespertino.
No renunciaré.
si el mismo bosque rompe en silencio
y los guardianes caen uno a uno
esperaré el día en que de nuevo
mi plegaria al dios de rostros se ha escuchada
y en el alba sembraré la palabra
la misma noche en que el invierno termine.
No renunciaré.