AMOR INMORTAL
Los momentos en que obtengo mayor inspiración
son aquellos en que me detengo a escuchar mi corazón
acompañando con buena música todos mis pensamientos
que, pareciera ser, la fórmula para descubrir sentimientos.
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Tal vez, quizás, a lo mejor, sea éste el mejor camino
para hacer un alto, una pausa, para prestar oído fino
a los susurros de dioses, o de quienes sean los mensajes,
para meditarlos, en soledad, en la estancia de este paraje.
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Y desde mi propio espíritu, tranquilamente atisbando,
tomo mis propias medidas, imparcialmente arbitrando,
por los antiguos errores cometidos, que recuerdo ofuscado,
y que apaciguo -ahora en paz-, aceptando en lo que he errado.
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Así, tras todos estos años experimentados en toda mi vida,
me encuentro que al fin yo he logrado cierta paz comprometida
con el cambio de mis errores por la mejora de mis nuevos aciertos,
que me hacen más sabio, más inquieto, más vivo y que ¡no he muerto!
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Por eso mismo, yo no moriré, pues ya me considero inmortal
con mis escritos y mis descubrimientos, con mi poesía informal,
con mi experiencia adquirida, con todos mis pensamientos reflexivos,
con mi intención de compartir lo descubierto, con mis poemas alusivos.
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De esta manera dejo, entonces, aquí plasmado un nuevo testimonio,
luego de bucear entre mis tantas historias de dioses y demonios,
o de perder alguna honorabilidad o de vivir una dudosa moral,
que, pese a todo, siento que yo le debo al mundo ¡un amor inmortal!
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Eduardo Faucheux
12-07-2015