La mañana de tus senos
me bendice, hoy, las manos
predicando entre mis labios
tu sed amplia de arrebatos,
en el fresco del espejo;
entre abrazos atrapados,
nuestros sexos se acarician
a la par que nos amamos
y tratas de ser obscena
en la siembra de mis brazos
con una mala palabra
que ilumina los orgasmos.