Amaba ese contraste a guitarra de su piel blanca
Contra el negro de su cabello y sus cejas,
Su pelo, lacio, grueso y negro
Como caballos corriendo al vuelo
Con sus ojos de estandarte.
Su espalda sosteniendo los pies de Atlas,
Azores y halcones acentuando las rimas
De su nombre, en verdad le amaba
Las cascadas de su luna
Las boreales luces en mi
Tras las luces de sus voces.
Era el brillo mojado de sus labios
el que por noches me arroja
A la alquimia del abecedario
Y a la magia negra de la conjugación
Del verbo y la rima, en un infructuoso
Intento de alguna forma desahogar amarle.
No pretendo alar las falanges de mis manos
Todas las noches a palabra escrita
Adornando tu nombre, tu contraste,
el blanco cándido en tu mirada
Ni las cataratas en tus lunares,
Pero escribiendo me tienes
Para de alguna forma tenerte yo
a palabra hablada.
No me extraña que persigan las abejas
El mojado brillo en tu boca besada,
No me extraña que sirva de norte
El pequeño brillo en tu pupila llorada,
el dulce anhelo de dormir
Sobre las plumas de tu pecho,
No me extraña el sonido del mar
tocando la flauta en el surco de tu espalda.