A la deriva en un tormento de desatados deseos,
un miríada de luceros nuestro compás,
guiándonos a tesoros ocultos de tentación
La cómplice sábana todavía arde,
consecuencia de una pasión en llamas,
nuestros suspiros ensordeciendo la noche
El olvido toma el timón,
hasta aguas más tranquilas agobian
nuestros entrelazados cuerpos
En la discreción de un sueño
descubrimos bajo las piedras
del lecho de un río de reproche,
nuestras olvidadas promesas