Tu boca,
que fue mi boca,
comida de mis labios
dulzura de mieles
néctar de dioses…
dejé secando
el aroma quedado.
Como uva
prendida en alambres
abandona su piel
para arrugar
en silencio
y conservar su dulzor.
Tus labios,
que jugaron con los míos
en tardes, noches,
inolvidables madrugadas,
húmedos, únicos, bellos,
recuerda mi memoria
la sonrisa perfecta
que hoy volví a mirar.