No hay cera
que pueda engullir esta luz
perdida en silencios y medicinas.
La noria de las muecas transitorias
agita el fondo útil de la niñez que ya no es
y la sinrazón antepone su puño de llamaradas
ante la derrota de un mundo inutilizado
a golpe de ira, sudor y lágrimas.
A veces deshojo olas y cigarros
y el amanecer de los muertos se amortigua.
Hay días en los que me facilita el universo
un latido creado a base de antorchas…
Y esa pulsación me sirve como alarma,
como cenicero de cigarros y olas.