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La luna besaba con pasión el agua,
agua que a la luna mal la reflejaba,
es que con sus ondas ella la hamacaba
y la propia luna se desfiguraba.
Y dijo la luna, que feliz me siento,
creo conocerla, se parece a mí,
claro, no es perfecta, tampoco lo soy,
pero me enamora su audaz diferencia;
Yo redonda voy, y ella en apariencia,
porque por momentos, me recuerda al sol,
que oculta su forma, tras el resplandor…
Pero…me enamora, y segura estoy
que también me mira, como lo hago yo.
De pronto una nube la luna tapó,
y de la laguna desapareció,
detrás de la nube, la luna lloró,
y lloró el reflejo que ella confundió.
Así nos refleja la vida su entorno,
parecidos somos y nos reflejamos,
uno con los otros, nos enamoramos
de lo que pensamos que es igual en otro,
más lo cierto es claro, y el amor es Dios,
que a todos distintos el nos conformó,
Y llegado el tiempo de hablarnos los dos…
debemos amarnos sin egos en pos,
pues la luna es la luna, y el sol es el sol.
Que inmensa fortuna nos dio el creador,
que a todos nos ama, y a el nos debemos
solo el parecernos, con justa razón.
Pues el nos enseña que el amor es todo,
y al amar debemos amarnos sin egos,
porque el ego es fuego que el amor destruye,
lo que con amor el amor construye.
Y es amarnos libres sin buscar apegos,
descubrir que el otro también es el cielo,
la tierra y el todo, donde todo fluye,
la luna es la luna y el sol es el sol,
cada quien su nombre, en el Tú y yo.
Aquellos reflejos son vanos espejos
donde se refleja ese amado “Yo”,
que llegado el tiempo sin medir el daño,
solo admite un nombre no ama por dos.
Porque en el espacio, donde dos son uno,
y es solo el silencio que a los dos los une,
es dulce nombrarse, cada quien su nombre,
siendo el un hombre y ella una mujer,
merecen nombrarse, no por figurar,
sino por brindarse respeto al hablar;
cada quien su nombre, como pan al pan,
como vino al vino, siempre en singular.
La Luna hace un guiño que regala al Sol,
Termina este cuento, que alguien firma… ¿Yo?
Autora Alicia Almeida*Diluz