Nací para pensar en ti
Nací para pensar en ti,
pero me han distraído mil deberes,
comprarme otros zapatos, ir a clases,
calcular si me alcanza para el resto.
Por eso es entre sueños que te escribo,
en vela que te espero, en el tumulto
que busco tu sonrisa inigualada
y que tomo de tu mano lo que queda de alegría.
Nací para pensar en ti,
pero, como la idea no lo es todo,
te ofrezco una razón en que te siento,
te extiendo un argumento en que te extraño
y testimonio doy de una piel en que me faltas.
Nací para pensar en ti,
pero recién estoy logrando comprender el mundo,
la prisa que nos dan para que amemos,
la pausa que nos dan para el descanso
y el terco machucar con que giremos,
con que primero es el deber, ese deber que no elegimos.
Nací para pensar en ti,
por eso me pregunto por qué hay sombras,
por qué nos ponen un reloj en la conciencia,
un turno sin final, un pobre sueldo
y un tiempo en que no somos sino lo que nos vuelven
y en que, cumplida la función, se desharán de cada cuerpo,
y en que, aún así, por sueño tengo estar contigo.
Nací para pensar en ti,
por eso me distraigo, porque veo
que no sólo eres tú lo que peligra en estos rieles,
lo que va sin dirección en unos trenes sin destino
y preso en un vagón en que no cabe más paisaje,
es todo lo que das, lo que te dieron tus hermanos,
es todo lo que fue cuando aprendías a ser firme,
es todo lo que falta para ser nosotros mismos
y es todo lo que doy cuando después de haber nacido,
comprendo lo que soy y lo que falta por pensarnos,
para que seas tú mi amor y seamos
ya todos lo mejor de lo que juntos comprendemos.
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14 07 15