Allí estaba Aquiles sentado conmovido por la tranquilidad de una tarde de julio;
Allí estaba el sentado con problemas en la cabeza, en los hombros, en los pulmones
Frente a él una mujer soportando el peso de su cuerpo y sus sentimientos sobre las rodillas Sin nada en bolsillo, sin pan, sola, su mirada no es la de una persona feliz, su sonrisa no hace acto de presencia es como si ella estuviera muerta allí arrodillada sin sueños y sin esperanzas, allí estaba Aquiles conmovido al borde del llanto viendo como el tiempo se largaba para jamás volver, dudando de la fe, viendo la realidad con los ojos equivocados, frente a él repentinamente aparece un hombre alto de piel canela y lo ve a los ojos mostrándole una sincera sonrisa, el triste Aquiles solo observa entre la tranquilidad de su tristeza, mientras el hombre de piel canela se inclina hacia la desgraciada mujer para regalarle un pan que era para el sustento de su amada familia, la mujer no hizo más que agradecer y desde sus ojos brotaban lágrimas, el hombre de piel canela le dijo: GRACIAS POR LA BELLA SONRISA QUE ME ACABAS DE REGALAR, fue cuando la mujer arrodillada rompió en llanto y con la luz más hermosa de su alma permitió en su rostro una sonrisa. UNA SONRISA, una simple sonrisa, una bella sonrisa, la sonrisa más hermosa que Aquiles había visto.