Esta rosa en el cielo, inmóvil, pura;
rosa que dibuja tu presencia,
tu luz de amar, lo dulce de tu agua,
tu voz candil, cierta y necesaria.
Este aire, que te acerca, me convida
a posar la mirada en tu figura,
hacerte nido en el pecho,
para guardarte en mis espacios.
Tu, en tu propio sueño suspendida,
observas mis palabras,
miras mi rostro que te piensa,
y vienes con toda tu risa.
Serena, en tu cabal arquitectura,
subes al tiempo del amor
que nos vigila y nos seduce,
que a entregarnos nos anima.
Sabrás los besos y tendrás abrazos,
lo necesario y firme de mi vida,
que quedara en ti como su casa,
con raíces de tu alma y de la mía.