Era de noche
y sucumbía el paraíso
la noche sagrada
caía por las espaldas del mundo
olor a ocasos fugaces
dolor de las manos
en el humo de un cigarrillo
ya cansado, todo y la nada.
Era madrugada
humedad sincera
pensando un minuto
en las pieles que rozaron nuestros cuerpos.
Fue ciudad
fue fuego intenso
fue todo efímeramente correcto
hasta que sin mirar
la luz del día asomo
y fu el fin de casi todo.