A menudo (probablemente por ignorancia), se suele asociar el exquisito pensamiento de uno de los mayores pensadores de nuestro reciente siglo XX (Jean-Paul SARTRE) a despropósitos y ocurrencias que no tienen nada que ver con su figura ni con las joyas del Existencialismo europeo. Por eso me apetece mucho dejar el testimonio de estas palabras del propio Sartre, que para mí, no sólo son de una exquisita belleza, sino que representan un precioso cántico al compromiso real del hombre con nuestra propia vida,así como una profunda oposición entre los vacuos “idealismos” frente al valor y al contenido de nuestra existencia cotidiana.
“El hombre no es nada más que su propio proyecto;
existe en la medida en la que se realiza;
por lo tanto no es otra cosa que el conjunto de sus actos,
no es otra cosa que su vida.
Según esto, podemos comprender por qué nuestra doctrina
produce horror a un cierto número de gente.
Porque suelen tener una única manera de soportar su miseria,
y piensan: “Las circunstancias se han puesto en contra mía,
yo valía mucho más de lo que he sido;
es verdad que no he tenido un gran amor, ni grandes amigos,
pero es porque no he encontrado a un hombre o a una mujer
que fueran dignos de esa amistad ni de ese amor (…).
Pero, en realidad, no hay más amor que el que construimos (…).
Un hombre se compromete con su vida, dibuja su figura y
fuera de esa figura, no hay nada.
Por supuesto, este pensamiento puede parecer duro
para la persona que no ha triunfado en su vida.
Pero, por otra parte, dispone a la gente para comprender
que sólo cuenta la realidad,
que los sueños, las esperas y esperanzas
sólo pueden definir a un hombre como sueño decepcionado,
como esperas abortadas
como esperanzas inútiles; es decir,
que eso los define en negativo y no en positivo”
(J.P. SARTRE: “El Existencialismo es un humanismo”. La traducción es mía).