LAS MUSAS Y LAS SIRENAS
Un canto de lindas musas,
el baile de las sirenas,
con zapatillas de nácar
y blancas piernas de arena.
Un fondo de semi sombras
con silencio y siluetas,
cirros blancos del abismo,
alfombras de las tinieblas.
Poeta del agua marina,
hermano de las estrellas,
que tiene plumas de salsa
para escribir sus leyendas,
y dormir en aguas vivas
y descansar en las muertas,
mientras las musas desnudas
tomando el sol en las peñas.
Mas cuando la mar se agita
ya dejan de ser morenas,
sus muslos ya son brillantes,
sus pechos ya son dos perlas,
sus labios blandos corales,
sus ombligos son omegas,
y sus cabellos son de aguas
muy rizados en dos trenzas,
y cuando el poeta las oye
que vienen en las mareas,
ya ve que son sirenitas,
dulces, cándidas y bellas,
creadas por metamorfosis
dentro de profundas grietas,
por las aguas misteriosas
que existen y no se encuentran.
Y el poeta marino canta
lo dulce de las doncellas,
vírgenes inmaculadas
que vagan por las riberas,
y en pedregales de sombra,
y en las alfombras de hiedra,
y entre las radas dormidas
milenarias con sus piedras.
Y aquí se queda la musa,
la musa con su leyenda,
con dos arterias de sangre
que son las únicas venas,
que tienen las serenitas
que cantan en las mareas,
y cuando la mar se calma
ellas cantas tristes penas,
penas de los marineros,
y el llanto de los poetas,
y en las brisas de algodones
nos anuncian las galernas,
cual “cantar de los cantares”
cantares de mis sirenas.