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Te digo adiós, conteniéndome el llanto,
sellando tu boca con mi beso postrero,
para que no me digas, al oído un te quiero,
y así, aumentes la pena de nuestra despedida.
LLevaré de equipaje nuestras horas felices,
por el duro camino que me espera en la vida.
Cuidaré con esmero, por si alguien se atreva,
a robarme el recuerdo de nuestro amor prohibido.
Buscaré otros mundos, donde los dos vivir,
donde el amor sea lo único, que, el alma necesite.
Talvez bajo otro cielo, la dicha nos sonría
y podamos vivir, sin miedo a lo que digan.
Entonces nuestras almas de inquietos soñadores,
queriendo recobrar esas perdidas horas,
se romperán de amor, beso tras beso.
Al fin solos los dos, para toda la vida.
Autor: Mário Cabrera Aguilar.(máriocaba).
New York, 1991.