Me gusta cuando me hablas
suavemente al oído
me acaricia el susurro
de tu voz dormida…
Y mis ojos entreabiertos
te ven en la penumbra
con un leve parpadeo
digo: quiero ser tuya…
Despojando mí recato
rompo aquel silencio…
Me estrechas en tus brazos
y de ti siento el arrullo…
Al vaivén de tus palabras
escucho que eres mío…
con sutil movimiento
te respondo
¡tómame que soy tuya!
Y nos sorprende la noche
sin hacer ningún ruido
de nuestras caricias
el derroche…
De nuestras voces
no se escucha el murmullo…
Porque estamos
tan compenetrados
amándonos en silencio
sin más testigos que un cocuyo…
Y se nos fue la noche
en una dulce calma
amándonos en silencio
con la luz apagada…
Y nos sorprendió el alba
con la luz del nuevo día…
Y nos seguimos amando
hasta que palideció
el sol en el ocaso.
Felina