Laten las venas del descanso eterno
y la incertidumbre avanza
a marchas forzadas.
Hay rincones en nuestras mentes
donde habitan cientos de miles de arañas.
También existen cementerios de elefantes
en nuestros pies de polvo curtido por el tiempo,
y bajo la piel de las manos cansadas de no sentir
vegetan un par de docenas de espantajos.
El cuerpo se mueve pero el instinto oscila
procurando un soplo de ruidosa eternidad.
¿Nunca has percibido cómo tu energía
aparta el peso de tu presencia terrenal
para habitar durante pocos segundos
más allá de este mundo de carne precaria
y huesos atenuados a causa del aire agónico?
Si lo has apreciado sabrás
de qué manera se concibe lo inmortal.