La ola de mar
se la llevó
y no volvió,
y no volverá jamás.
Su cuerpo se ha alejado del mío,
¡Ay! Recordarme quitándole el frío.
Helada noche de invierno, tapándola con mi manta,
para que no contraiga ninguna enfermedad,
para que ni siquiera le duela la garganta…
Si existe algún dios, algún poder superior,
que me explique, que me explique qué
fue lo que pasó.
¡Simple! Todos dicen lo mismo:
El mar se la tragó.
¿Por qué la tierra se tenía que llevar su hermosura?
¡Ay! ¡Ahora perdida
en un mar, un extenso mar
De profundidades inalcanzables para cualquier vivo,
Ese mar donde se encuentran los cadáveres de nuestros amores,
De nuestras vidas, ¡De nuestras sentidas y sufridas vidas!
¡¿Dónde ha quedado acaso su cuerpo?!
Su ya descompuesto cuerpo
Que es roído por las bestias no conocidas por los hombres
Que se encuentran en las profundidades de nuestro gran planeta.
¡Nuestro precioso y estremecedor, hórrido planeta!
Pero… al fin y al cabo, ¿De qué sirve protestar?
¡Protestar por hechos ya ocurridos!
¡Hechos imposibles de revertir!
Hechos que parecían imposibles…
Y sin embargo, lograron ocurrir.
Y así es como camino triste, solo,
Mientras veo a todo el mundo seguir,
Seguir, seguir y olvidarme,
Dejarme aquí, solo y triste y caminante,
Errante,
Errando por el ancho mar
Buscando su cuerpo,
Su cuerpo ya irreconocible,
Ya roído por las bestias desconocidas,
Ya descompuesto por el paso del tiempo.
Y al lado del cuerpo me senté,
Con toda una vida atrás,
Viendo cómo la putrefacción se la llevaba a ella
Entonces me despedí de todos y vi cómo a su lado estaba yo,
Tomándole fuerte la mano, también en el mar,
También en esas profundidades roídas por esos monstruos,
También con ella.
De cualquier manera, el amor ya no es lo mismo.
¡Ay! Si de poder y dinero se obtiene el tan querido…