Te miraba dulcemente
mientras me hacïas caricias,
me encontrabas dulcemente
debajo de las cobijas
sábanas rojas y azules,
verdes, blancas y amarillas,
y me acariciabas toda
entre susurros cansinos
de promesas querendonas
que me llenaban la vida
ayudándome a creer
en cada etapa perdida.
Me gustabas dulcemente
dentro de un hogar redondo
aunque el fuego esté apagado
y sólo queden cenizas
que cubren fogones
de historias perdidas.
Barcos con las velas tiesas,
sentados sobre la orilla
de ríos llenos de peces
que se mecen en la bruma
esperando desde el agua
que alguien los haga comida.
Mientras las olas me llevan
aferrada a una sombrilla
que me empuja en la corriente
sin ver si habría lugar
en la canoa que remo
alrededor de una herida.
Te miraba dulcemente
te miraba emocionada,
buscando el beso que fue,
el que llegará mañana,
el que nunca llegará
por estar tan alejada.
Veo gente divertida
en mis ojos escondidos
si me quedo rezongando
por danzas que nunca fuimos
y me alejo de tu lado
sin volver por el camino.
La dulzura que me dabas
y la que yo devolvía
quedaron en las frazadas
del frío que ya no abriga
mientras me canto a mí sola
esta poesía atrevida.