Jhon Deivy Torres Vidal

INSTINTO

  ¿A qué apostamos fundiendo nuestras manos

     al osar la luna a medio cuarto?

Cuando el silencio copulaba con las sombras

retamos al peligro de las ropas

y a la espada lunar y sus tres látigos.

¿Por qué la culpa hoy, nudo gordiano,

entrelaza los cuerpos ya rendidos

y quedamos atados, suspendidos?

Al margen de la noche y sus lunares

murmuraste silabas jadeantes,

deletreé los vaivenes de tu rito

y olvidamos, en fin, lo que es prohibido,

pisoteamos sermones, enturbiamos el vino,

y entre sábanas tuertas nos cegó el instinto.

Fue media noche entre raudales,

dilataban sus labios tus umbrales.

La música contrariaba a tu pulso, a tu latido,

y su magia crispaba tus sentidos.

Se anudaron en forma insospechable

tu silueta y la mía… hoy se contraen

bajo el candado doble de la muerte…

La culpa profanó, tarde, mi suerte,

y desahuciado y sobrio te dedico

esta ígnea añoranza ante tu nicho…

ahora que tu cuerpo es más prohibido…