Desde ese día
hay un presagio de luces en mi alba,
y como violines mis versos
pueblan el pentagrama de tus sueños.
Desde ese día
tu corazón de pájaro
trae risas de boleros sin agonías.
Desde ese día
juntos atropellamos al tiempo
a la distancia.
Y a las tardes de poesías
las vestimos con nuestros cantos
sin nostalgias ni heridas.
Desde aquel día...