Alexander Vortice

PEDIR GUERRA

Las luces de neón que resoplan

en tus venas de intervalos pecaminosos

alumbran las travesías del abandono.

 

La calma que no disfrutamos

se mide en días resignados, sin dinamita.

La voz de tus pestañas es demasiado atrevida

como para dedicarle un poema de amor

o una melodía diluida en ácido sulfúrico.

 

Hay soledades en las que a medianoche paseo

por las rutas sanguinolentas

de esta urbe de acero, cemento latente

y estiércol metódico.

Caminar procurando un sentido al sinsentido,

habitando en mí mismo por falta de “TI”

o por falta de un mañana menos ornamental.

 

Hay noches en las que el canto de las sirenas

no me enloquece tanto como yo quisiera

enloquecer.

 

Mientras tanto, las luces de neón

avivan los subterfugios donde nací y dormí,

terrenos indóciles donde falleceré

pidiendo “guerra”.