Me llamaste mi amor, fue aquella tarde
en la que el sol clareaba, que aún recuerdo.
Tus ojos te brillaban. Era invierno.
Por fin pude saber cuando el fuego arde.
Yo quería ofrendarte mi respeto,
tú, que al placer pudiera yo aplicarme.
Qué sencillo para tí fue insinuarme
aunque anduve, inseguro, en un aprieto.
Después de todo, ya aquello pasó, y hoy,
al ocaso de unos años, cuando voy
avanzando el camino a centenario
he querido traer a la memoria
un hecho tan feliz de nuestra historia
en el cuarenta, amor, aniversario.
©donaciano bueno