Sin quererlo lentamente voy entrando en un túnel oscuro. A cierto punto quisiera detenerme y no entrar pero es simplemente imposible.
A lo lejos veo la salida pero no tengo fuerzas para caminar. Quiero correr hacia esa salida, me esfuerzo, pero es en vano este mi esfuerzo existencial y cada vez veo más lejos aquella luz que representa mi libertad, mi equilibrio, mi sosiego.
Temor, terror, incerteza, tristeza, humor incierto, crisis de pánico, llanto, nostalgia....
El apetito me abandona y la mínima cosa me produce un esfuerzo titánico. Quisiera dormir, dormir un sueño eterno y así no pensar.
¿El temor más grande? Perder la razón y caer en el vacío de la locura.
Estoy consciente del sufrimiento de los que tengo a mi alrededor, de los que quiero y amo, de los que me aman y ese sufrimiento me produce un sentimiento de culpa, que se regocija en clavar su daga en mi corazón cansado y palpitante. No quiero que sufran por mi. No quiero ser la causa de su tristeza.
Una sola palabra recoge mi sentir: impotencia.
No es cuestión de voluntad, no es un capricho, no quiero estar en este estado y me duele aún más las miradas acusatorias, esas que sin hablar te dicen: \"está solo llamando la atención\", \"no quiere salir de ese estado, es culpa suya...\"
Confieso que he considerado (aún la considero) la posibilidad de quitarme la vida, de poner fin así con esta depresión que me ahoga poco a poco, liberar mi alma de tanto sufrimiento ¿qué sentido tiene vivir así? He llegado a envidiar a mis amigas a mis amigos que mueren, que les llega la hora de la partida definitiva de este mundo. Ahora descansan eternamente.
Vacío, dolor, desesperación, angustia.
¡Dios, si es que existes, quítame la vida!
Dudo de todo, hasta de mi misma.
Madre Santísima ten piedad de mi.....
Aquí sigo en esta oscuridad existencial, encerrada en este túnel que se han convertido en la cárcel de mi ánima....
Piedad....