Hoy, después de tres años quiero contarte que sigo aquí, en nuestra casa. Si, esa misma por la que luchaste una vez. La que te costó tanto conseguir. Algunas cosas cambiaron de lugar después de que te fuiste. Precisamente para darle un aire fresco y que los recuerdos no nos invadieran completamente.
Por supuesto que no ha sido por olvidarte, sólo ha sido para no sufrir tanto con tu ausencia.
Pero uno puede cambiar los muebles y pintar de otro color las paredes, más lo que no se puede cambiar de lugar ni pintar es lo que sentimos.
Guardo en lo más profundo del alma tu sonrisa.Pero también me reservo en el alma tu silencio.
A veces lamento que la casa que habitas ahora sólo tenga un número que ni siquiera recuerdo. No tiene tu nombre.
Pero después pienso que no estás ahí y que el lugar en dónde habitas no necesita tener escrito tu nombre, porque tiene tu sangre que palpita fuertemente y que guía mis pasos con cada retumbar de sus latidos en mi pecho.
Escucho el eco de tu voz como un río eterno martillando en mis oídos como el agua entre las piedras.
Presiento en mi mirada la mirada de tus ojos como una leve llovizna que los impregna con colores de otoño.
Puedo percibir el olor de la miel en las tostadas y remontarme a esa época en la que me llevabas el desayuno a la cama.
Hoy, después de tres años quiero contarte que no hay lugares vacíos porque todos se llenaron con el amor que dejaste.
Me quedé con lo mejor de tu vida aún después de tu muerte.
Yo sé que andarás recorriendo otros caminos. Sé que no estás aquí, que has podido seguir buscando en el cielo tu destino.
No fuiste perfecto, sí, también lo sé. Pero tuve el honor de tener como padre a un hombre terriblemente humano.
Fuiste por la vida aprendiendo a golpes lo que otros ya saben de antemano. Te levantaste después de caer y aún después de cada fracaso tuviste la palabra justa y tendiste tu mano.
Yo sé que fui en tu vida una terrible debilidad. Por quien dejaste todo de lado. Fuiste capaz de renunciar a muchas cosas sólo para intentar que yo fuera feliz. Antepusiste mis necesidades siempre a las tuyas. Equivocado o no, siempre hiciste lo mejor para mí y también para mis hijos.
Yo hubiera querido que hicieras otra cosa con tu vida, sobre todo el último tiempo. Porque yo también quería que fueras feliz.
Pero también sé que elegiste ser feliz a través de mis ojos y quedarte a mi lado hasta el último aliento.
Quiero contarte que yo sigo aquí. Quiero que estés dónde estés, si tienes la posibilidad de mirar un ratito lo que dejaste en este mundo, te sientas feliz. Porque puedes estar tranquilo, no nos falta nada, tampoco nos sobra, pero hemos logrado seguir adelante, aún cuando el camino se puso difícil.
Quiero decirte que sigas avanzando, tal cual como nosotros lo hacemos gracias a tu ejemplo.
Aquí no hay lugares vacíos. El amor que nos diste rellenó cualquier hueco.
Y a pesar de tu ausencia, vives, aún vives en el sentimiento.
Papi, querido, tan querido... en mi corazón nunca estarás muerto.
Y también vivirás siempre en el de mis hijos y en el de mis nietos.